lunes, 20 de febrero de 2012

Espacio y tiempo

A la mañana siguiente Dís no le dio tregua ni cuartel, decidió continuar su entrenamiento en los jardines de la capilla Dei Gratia, pues aún faltaban horas para que el barco los llevara de vuelta a casa. María hubiera preferido descansar y pasear, ya que la noche anterior había sido… movida, pero no, aquello no iba a poder ser.

Dís había dejado a María prepararlo todo, mezclar los inciensos, colocarlos, dibujar las líneas en el suelo… su aprendiz aprendía a una velocidad que sólo había conocido en el propio Miles, no descartaba que en unos pocos meses alcanzara su propio nivel, pero a diferencia de él o de Miles, ella poseía algo que ellos habían perdido hacía tiempo y era algo que tenían que proteger a toda costa.

María era inocente, su corazón, aunque caótico y dubitativo, poseía la fuerza para cambiar las cosas, a la gente, lo había visto aquél lejano día en la Misericordia y aquello lo había empujado a tomarla como aprendiz. Ella sería una excelente guardiana del ciclo, tenía que encaminarla antes de que fuera tarde.

Ya estaba todo listo y se sentó en el centro, había mezclado los inciensos y acababa de prenderles fuego, en poco tiempo el aroma dulzón de los mismos ocupaba todo su alrededor, María había empezado a amar aquellos momento en los que la paz la llenaba, en los que aprendía a romper todas las barreras que le habían impuesto.

- Hoy hablaremos sobre las esferas de percepción – empezó Dís – el espacio y el tiempo son dos variables que siempre te acompañarán, quizás las más importantes dadas sus implicaciones.

“Llevamos entrenándote en las esferas de Concepción y Forma durante un tiempo, como puedes ver cada vez te es más fácil no sólo comprenderlas sino también manipularlas, al principio siempre es así y los primeros aprendizajes son exponenciales, más adelante verás que vuelve a ser más difícil avanzar, pero eso no debe preocuparte.

El espacio y el tiempo a menudo van ligados y los durmientes rara vez son capaces de abarcar sus verdaderas implicaciones, pero en ellas la metáfora del tapiz es especialmente acertada. Todo está entrelazado, todo está conectado, así puedes trasladar tus sentidos más allá de tu cuerpo y de tu tiempo, también puedes ocultarte de las miradas de los demás, ya del pasado ya del futuro.

Por lo que respecta al tiempo, sigue un ritmo, como el de un reloj –le tendió su reloj de bolsillo, María lo sostuvo y escucho su tic-tac - Hay que ser cuidadosos, no se trata sólo de acelerar, frenar o ver, los viajes en el tiempo son excepcionalmente peligrosos y para nada convenientes, el destino y el curso del tiempo se protegen mutuamente y su alianza es prácticamente irrompible si vas hacia el pasado y el futuro siempre es cambiante, no hay un solo futuro.

El espacio en este sentido es más sencillo, todo está conectado como los eslabones de la cadena del reloj, con suficiente habilidad podrás estar en varios sitios a la vez, percibir si ha sido alterado o teleportarte a otros lugares, aún así ambas magias suelen pedir esfuerzos excepcionales y un gran riesgo de paradoja, así que antes de usarlos de forma vulgar valora si realmente no te vale más la pena comprar un pasaje de avión hasta Moscú, por ejemplo. Tus ejercicios empezarán, como las otras veces, en lo referente a la percepción de ambos, concéntrate.”

María obedeció, mesuró su respiración, la acompasó al latido de su propio corazón e inhalo los humos de los diferentes inciensos creando confusión en sus sentidos y, partiendo de ella, iniciar todo aquél proceso mental de paradojas que acababan permitiéndole hacer aquello que teóricamente no se podía hacer. Lo había convertido en su ritual, no era exactamente cómo Dís había pretendido enseñarla pero a ella le funcionaba así y ya era capaz de reproducir todo el proceso sin necesidad de meditar o de los inciensos, aunque era verdad que era mucho más fácil y efectivo cuando los usaba.

Su concentración fluyó rápidamente y se centró en el espacio, con los ojos cerrados, empezó a buscar sonidos lejanos y tratando de acercarse a ellos sin moverse, trató de tocar sin tocar y finalmente trató de ver sin abrir los ojos. Se apoyó primero en las esferas que conocía, en las fuerzas para oír y ver, en la materia para tocar y poco a poco consiguió su objetivo mientras jugueteaba con la cadena del reloj pasando sus eslabones uno a uno hacia adelante y hacia atrás.

Paseaba sus sentidos por el jardín triunfante y esbozó una sonrisa, sentía la misma euforia que sentía cada vez que conjuraba y seguía jugando con la cadena ajustando el divagar de sus sentidos en el espacio a la velocidad con la que pasaba los eslabones entre sus dedos.

Llegó a un punto del jardín donde había alguien, uno de los magos de Dei Gratia y se preguntó cuánto tiempo debía llevar ahí y cómo podía saberlo, devolvió su consciencia a su cuerpo, sin perder la concentración y escuchó el suave y rítmico tic tac del reloj, buscando la manera de pararlo y volverlo hacia atrás.

Sudaba por el esfuerzo, dedicando todas sus energías a comprender el tiempo y su transcurrir, la asaltó una sensación de urgencia, si tardaba demasiado estaría exhausta y no podría resolver el enigma, o el mago se iría y perdería la pista. Llevada por este nerviosismo dirigió su mirada, a través de la magia, hacia el lugar donde se ocultaba, dejando el resto de sus sentidos atentos al reloj.

Tal y como temía el mago parecía haberse cansado de estar ahí y se estaba levantando, el desánimo embargó a María, tenía que darse prisa y ahora el tic tac del reloj sólo la ponía nerviosa.

“Silencio, necesito pensar” le murmuró al reloj y éste se ralentizó primero y luego se paró en su mente, miró a su alrededor y todo estaba parado, carente de vida, frío y quieto, se asustó y perdió la concentración, abriendo los ojos y mirando a Dís, quién no estaba donde había estado, sino unos pasos más allá, mirándola.

- Yo… - casi prorrumpió a llorar.

- Tranquila, Morríghan, no paraste el tiempo.

- ¿No? – incrédula pero aliviada.

- Sólo silenciaste tu visión del paso del tiempo, lo detuviste en tu mente, o más bien fijaste tu mente y tus sentidos en un momento concreto, si hubieras querido habrías podido inspeccionar cualquier cosa con detenimiento en aquel preciso instante.

María suspiró profundamente, serenándose.

- Basta de lección por hoy, Morríghan, hoy has avanzado mucho más de lo que te imaginas.

María se fue al hotel aún inquieta y dedicó el resto del día a relajarse y a no pensar, pero sobretodo a dormir, pues estaba exhausta.

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