viernes, 30 de septiembre de 2011

El despertar (y II)

- ¡Apártate, estúpida!- la voz de un chico restalló en su mente como si de un látigo se tratase, de pronto sintió como un zumbido iba creciendo en intensidad en su cabeza, un fuerte mareo y náuseas.

Abrió los ojos.

Los colores eran más intensos, los olores atacaban su olfato, casi podía sentir el sabor del aire. Se tambaleó, pero no cayó ya que los fuertes brazos del galán que la había sacado a bailar la sostenían. Le miró, aliviada por un momento, pero entonces lo vio.

Su piel era de un blanco malsano, sus ojos eran como dos cristales de hielo, sin rastro de la ternura que había mostrado, ahora esos ojos sólo mostraban ansiedad, codícia… y crueldad. El rostro, alrededor de los ojos y en los pómulos, se había deformado ligeramente, destilaba amenaza y odio.

Tenía la boca abierta, de ella surgían cuatro colmillos enormes y los estaba acercando a su cuello, María sintió pavor, supo qué quería aquel ser y solo pudo sentir pavor… lo siguiente ocurrió muy deprisa, ella forcejeó para apartarse de él, aunque él la cogió con más fuerza haciéndole daño. Empezó a reírse de ella, una risa de desprecio, él sabía que había capturado a su presa, a ésta ya solo le quedaba dar unos pocos coletazos antes de rendirse.

- ¡Apártate! – El grito resonó en el callejón, pero su atacante sólo se carcajeó y se pasó la punta de la lengua por los colmillos.

- Ya eres mía.

Justo cuando trató de morderla, ella empujó con todas sus fuerzas, llorando desesperada y viendo que no podía escapar. Las nauseas crecían, el zumbido que oía la atormentaba y ahora la ira, la desesperación, el miedo se agolpaban en la boca de su estómago y le provocaban un nudo en la garganta, pero ella no se rendía y seguía forcejeando y gritando. Por su mente pasaron mil imágenes y sintió un instante de alivio.

- ¿¡Pero qué coño!? – la voz del chico que la había instado a alejarse, ahora sonaba apagada, como si estuviera a varias decenas de metros

A ése instante de alivio le siguió una detonación, ambos salieron despedidos en direcciones opuestas, María chocó contra un contenedor, tenía la ropa rasgada y estaba llena de golpes y rasguños y no entendía lo que ocurría, miraba a su alrededor casi ausente, perdida, pero el atacante se levantó, tenía los ojos inyectados en sangre y algunas heridas realmente graves a la altura del pecho.

- Maldita zorra – espetó.

Las sombras a su alrededor se movieron, cobraron forma convirtiéndose en una especie de tentáculos sólidos que se alargaban hacia ella y ella los miró mientras se acercaban y prorrumpió a llorar, las manos le temblaban tanto que no podía ni apartarse el pelo de la cara, tenía miedo porque sabía que iba a morir nada mas la alcanzaran los tentáculos.

- Joder… - a lo lejos, la voz del chico – ¡Spica Flammae!

Los tentáculos de sombras explotaron azotados por una riada de llamas surgidas de las manos del chico y el ser se giró, encarándose al grupo que había en la entrada del callejón, María apenas levantó la vista sin que dejaran de correr lágrimas.

Eran tres, un joven, mas adelantado, alto, que vestía con botas y pantalones militares negros, llevaba una camiseta también negra pero estampada con las palabras “Blind Guardian”, en la muñeca derecha llevaba un brazal de cuero, se había puesto en escorzo, con la pierna izquierda adelantada y tenia los brazos a media altura, apuntando hacia el. El viento azotaba su cuerpo, arremolinándose furioso a su alrededor, llevaba el pelo largo, ondulado, de color negro y unas gafas de sol opacas. Una barba y un bigote incipientes completaban sus rasgos.

Mas atrás, a su derecha, un hombre de unos treinta años, trajeado, también con gafas de sol puestas, llevaba el pelo corto, bien cuidado y de color castaño, estaba de brazos cruzados, apoyando en la pared la espalda y el pie derecho. A la izquierda había una joven bajita, con aspecto oriental, pelo castaño oscuro, liso y cortado de tal manera que no llegaba a los hombros, vestía unos vaqueros anchos, en los pies unas Converse azules y la camiseta era negra con una A roja dentro de un círculo del mismo color. En la mano derecha llevaba algo que parecía un Netbook abierto y escribía a toda prisa con la izquierda.

- Dís, ¿la diversión para ti o para mi? –el chico parecía preguntarle al tipo trajeado.

- Matar no es divertido, Miles. – la voz del tal Dís era fría.

- Eso ya esta muerto…

- Oh, venga, no empecemos otra vez- Interrumpió la chica- La barrera ya esta lista, pero no durará mucho, centraos y dejaos de discusiones filosóficas.

Miles suspiró.

- ¿Creeis que vuestros trucos baratos me asustan, brujos de mierda? – el ser se dirigía a los tres de la entrada del callejón – Hasta que no veáis a un Tremere en acción no sabréis lo que es la mágia de verdad, y yo como Tremeres para cenar. Preparaos para morir, insectos.

Con una risa enfermiza, las sombras empezaron a fundirse con el cuerpo del ser y una vez completada la fusión, el ser de sombra y carne cargó.

- Iustitia Iovis – Miles habló con calma y de sus manos surgieron varios rayos que impactaron y derribaron al ser que, aturdido, humeaba. Miles se acercó a él. – Dos cosas: En primer lugar, de este callejón el que mas se parece a un insecto eres tú, chupasangre y, en segundo lugar… - apoyó un pié en el pecho del caído y lo aplastó contra el suelo- yo soy un Tremere.

El rostro del ser se contrajo en una mueca de terror justo antes de que una llamarada lo redujera a cenizas humeantes. María seguía en estado de Shock y no reaccionó cuando el llamado Dís la cogió en brazos y la alzó.

- Démonos prisa, la barrera esta a punto de caer y con el follón que hemos montado los trajeados no tardarán en llegar. – comentó Dís mientras la alzaba.

- Se las daba de duro, pero era un maldito novato- la chica, nuevamente, mirando el montón de cenizas.- ¿Qué hacemos con ella, Miles?

- Llevárnosla.

martes, 27 de septiembre de 2011

El Despertar (I)

Acababa de salir de la ducha, fresca como una rosa y haciendo gala de un buen humor difícil de contener, había pasado la selectividad y su nota media superaba las expectativas, podía escoger la carrera que quisiera.

Para celebrarlo, ella y todo el grupo de amigas esa noche se iban de fiesta, hasta que el cuerpo aguantase… o surgiese algo mas interesante.

Se peinó durante un largo rato, domar tamaña cabellera no era fácil y por mucho que se esforzara siempre acababan formándose esos rizos negros, “casi perfectos” según sus amigas. Ella siempre había querido el pelo liso pero éste era demasiado rebelde como para plantearse siquiera la posibilidad de que se quedara liso mas de cinco minutos, es más, cada vez que lo había intentado alisar, el pelo se ondulaba y retorcía de tal manera que el aspecto final era poco menos que horrible.

Después se pasó un buen rato eligiendo la ropa, escogiendo finalmente una camiseta beige de tirantes, sobre la que puso otra, blanca, mas ancha de manga corta y se la colocó dejando al descubierto uno de sus hombros, cuya piel mostraba ya el moreno conseguido tras los varios días consecutivos de playa que habían transcurrido entre el fin de exámenes y la salida de las notas; se puso unos vaqueros ceñidos y unas sandalias para ir cómoda. Pasado otro rato escogió un sencillo colgante de hilo negro con un péndulo de cuarzo blanco y una fina pulsera de plata, regalo de su madre, que solía ponerse en la mano izquierda, siempre se solía poner esta combinación, aunque siempre se probaba todos los que tenía antes de decidirse.

Dado que era poco partidaria de llevar mucho maquillaje, apenas se puso unos toques de sombra de ojos, negra, para resaltar esos ojos oscuros que tanta envidia suscitaban entre sus amigas y de los que se sentía increíblemente orgullosa.

Al acabar se miró al espejo sonriendo, esa iba a ser una gran noche, daba comienzo el verano mas largo y despreocupado de su vida. Con el último toque se puso unas pocas gotas de perfume con olor a melocotón, cogió su bolso, el móvil y se puso los cascos para escuchar música, tenía que apresurarse si no quería llegar demasiado tarde.

- A divertirse, María del Mar, hoy toca divertirse- Dijo a la imagen que le devolvía el espejo.

Tardó veinte minutos en llegar a la Plaza de España, la mayoría ya habían llegado y esperaban donde siempre, ante el bar Cristal, todas habían aprobado y la mayoría podrían entrar en la carrera deseada sin novedad, tras los saludos y una breve espera el grupo estaba al completo y se dirigieron hacia la otra punta de la plaza para entrar en un restaurante especializado en ensaladas, para cenar. Varias botellas de lambrusco después pagaron la cena y se fueron en bus hasta el paseo marítimo donde empezaron a vagar de discoteca en discoteca divirtiéndose a base de burlarse de los torpes intentos de los chicos que se acercaban a ellas, mientras analizaban con lupa a todos los posibles interesantes, todos tenían algún defecto, ése era bajo, el otro, demasiado alto, el de más allá era demasiado gordo, el de la barra estaba a todas vistas desesperado y así con todos salvo con uno, cuando la primera reparó en él hizo señas a las demás y todas se quedaron embelesadas, era un chico de unos veintipocos, alto, con un físico que las dejó anonadadas y las estaba mirando con una sonrisa confiada, pero sin acercarse, se miraron entre ellas y esperaron.

Tuvo que pasar aun un buen rato antes de que aquél chico decidiera acercarse, algunas del grupo revolotearon a su alrededor cuando las alcanzó pero él las ignoró y se acercó directamente a María del Mar y le susurró algo, apenas entendió lo que le decía pero la sacó a bailar y ella se dejó llevar.

Él le iba diciendo cosas mientras la miraba directamente a los ojos, ella solo podía atender a los ojos de él y apenas se daba cuenta de lo que le decía, asentía de vez en cuando, por puro reflejo.

- ... Maravillosa...

¿Qué tenía la música esa noche?

- ... Ven...

No podía apartar la mirada de esos ojos, era como si leyeran en su alma…

- Veras lo que nunca has visto...

¿Ya no se escuchaba la música?

- ... Ahí...

¿Era un callejón?

- ... Sin Molestias...

viernes, 23 de septiembre de 2011

Prólogo

Crecí creyendo que el mundo estaba repleto de luz, crecí creyendo que habíamos nacido para vivir la vida al máximo y disfrutar de cada momento, crecí creyendo que no había nada más allá de lo que mis ojos veían, no escuché a mis padres cuando insistieron en que hay algo más allá… aunque ellos no saben realmente que es lo que hay más allá, ellos hablaban de Dios y los ángeles, de los santos y éste tipo de cosas, todo encaminado en hacer de mí una joven de provecho, temerosa de Dios y ciudadana ejemplar pero hay mucho más.

Era tonta, no sólo ciega, también tonta, vivía las semanas esperando que llegara el viernes, porque tras él venía el sábado y en ambos días mi única aspiración era salir y divertirme. Es cierto que siempre fui una buena estudiante, al fin y al cabo por eso me dejaban salir y por eso confiaban en mi y creían (y creen) que realmente soy lo que esperan que sea, antes el engaño me parecía divertido, ahora si descubren la verdad se pondrán en peligro, al igual que mis amigos.

Parece mentira todo lo que ha cambiado mi vida en tan poco tiempo, pero no puede ser de otra forma, escribo estas líneas abatida porque necesito contárselo a alguien y no puedo, escribo estas líneas consciente de que son por sí mismas un riesgo para mí y los que me rodean, pero las escribo no para que sean leídas sino porque necesito contar todo lo que ha pasado y lo que va a pasar, no hay mucha esperanza, he elegido el bando perdedor, a sabiendas de ello.

Ellos pueden hablar de la guerra de la Ascensión pero lo cierto es que es una desbandada, nos escondemos de los hombres de negro y todos y cada uno de los miembros de las tradiciones tiemblan ante su sola mención… bueno, todos no, algunos se mantienen firmes y esperan un cambio en su suerte, otros, aun menos en número, luchan para cambiar su suerte pero el horizonte es oscuro y la esperanza un lujo que no nos podemos permitir.

Antes era feliz, en mi ignorancia, pues unos ojos vendados a la realidad te permiten ser feliz ahora no sé ni que soy, siento que mi inocencia me ha sido arrancada y no sé porqué, anhelo poder volver atrás, tener de nuevo la venda en los ojos y no ver más allá del próximo viernes por la noche pero una vez has abierto los ojos ya no puedes volver a cerrarlos, las cosas mas oscuras acechan en cada rincón, saben que las ves y acuden a ti en un tormento de maravillas aterradoras y fascinantes.

Odio esta paradoja, fascinada por aquello que me aterra, eso es algo que no puede llevarme a buen fin, pero claro, es difícil de entender el significado de la frase que mi maestro me ha hecho tomar como lema “El límite esta en tu imaginación, rompe ese límite y tu poder será libre”. A priori esta frase augura maravillas sin fin en una sucesión de deseos y anhelos cumplidos, y eso pensé durante un tiempo, pero no, la imaginación no solo encierra tus mayores sueños, también tus peores pesadillas y estas crecen y se alimentan, convierten tu vida en algo tenebroso.

Convierten tu mundo en un Mundo de Tinieblas.