jueves, 9 de febrero de 2012

Descansando

Miles se había sentado en posición del loto, tratando de relajarse y calmar su espíritu. Para variar, sentía un gran vacío en su interior, un vacío que era incapaz de llenar, que le acechaba y le desbordaba, un vacío inabarcable que trazaba, dominante, las mas profundas líneas de su psique. Pese a saber que estaba sometido a un silencio, era difícil enfrentarse a él y mucho más derrotarlo… las primeras noches con Érato le habían liberado de aquél vacío, pero ahora ya ni ella lo llenaba, todo sentimiento había muerto y Miles se sabía sólo y desamparado.

Su alma pedía venganza, rápida y cruel, contra todos aquellos que habían causado algún daño a su gente. Tenía que hacer esfuerzos titánicos por no lanzarse contra sus enemigos, también había momentos en que le costaba discernir entre amigos y enemigos, pero tenía que controlarse, tenía que hacerlo para que cayeran todos, a la vez y sin posibilidad de que se escapasen.

“Un hermético ni se va solo ni se va en silencio.”

Porque las posibilidades de sobrevivir a todo aquello eran tan escasas como las de triunfar, si sus cálculos eran correctos, los “malos” serían más que ellos, el factor sorpresa era la base de su estrategia… eso y la posibilidad de contar con algunos aliados. Aliados que bien podían estar tan corruptos como sus objetivos.

Se levantó y empezó a dar vueltas por la habitación, como una bestia salvaje enjaulada, mirando con reproche los muros y el cielo nocturno a través de las ventanas. Tenía muchas cosas que hacer y poco tiempo, necesitaba hacer cosas para no pensar en su propio vacío ni en las pesadillas que asolaban sus sueños en las que sólo veía muerte y a un enigmático supuesto pupilo.

Tomó la almohada y la apretó contra su propia cara para ahogar el grito de frustración y rabia que profirió, luego la dejó de nuevo en la cama, de cualquier manera y siguió dando vueltas, cabizbajo, esforzándose por alejar los pensamientos sin conseguirlo.

Miró a su alrededor, o había nada, un televisor que no ofrecía entretenimiento alguno, nada de libros, ni una mesa, nada. Casi desesperado rebuscó frenético en sus maletas y sacó un mp3, comprobando aliviado que tenía batería aún, se puso los cascos y subió el volumen al máximo.

Dejó que los acordes de la guitarra, hicieran vibrar todas las fibras de su ser, por un momento llenando ese vacío. La música llenaba todo su alrededor, suspiró con profundidad y sonrió levemente. Dejó que el ritmo de la batería se adueñara de su alma alzando su ánimo siguiendo la melodía.

No había soledad en ése momento, la canción brotaba de sus labios, desafinada, pero no importaba, no se oía a sí mismo, deslizándose aquí y allá sin rumbo fijo por la habitación…

Pero como con todo, apenas era una evasión temporal, tarde o temprano se acababa enfrentando nuevamente a la realidad, una realidad que dejaba mucho que desear. El presentimiento con respecto a su cercana muerte era, hasta cierto punto, un consuelo, pero también le empujaba a avanzar sus planes tanto como pudiera, no se iba a ir solo y su partida dejaría una huella permanente en el recuerdo de los magos de la isla.

Finalmente el cansancio le permitió dormirse y soñó, como cada noche, su pupilo ofreciendo sus últimos encargos de artesanía, en su nombre, a aquellos que habían pagado por sus artefactos. Venganza y persecución en una espiral inacabable, ¿Cuántas vidas debía llevar así? Y luego la visión de su muerte, siempre eran formas distintas, todas ellas humillado y sometido.

Se despertó sudoroso apenas unas horas después y apretó los puños y serró los dientes, no podrían con él, ni ahora ni nunca, llevaría a cabo su venganza se interpusiera quien se interpusiera, no podía morir hasta que el responsable último de sus desgracias cayera y caería…

***

Volviendo hacia el hotel, Dís y María caminaban despacio, con calma y en silencio la mayor parte del tiempo, hasta que María no pudo contenerse más:

- ¿En qué consistirá mi entrenamiento, Acarya?

- Ya dominas los principios básicos de la magia más elemental y ya tienes la forma física necesaria, también has aprendido los rudimentos más importantes de la filosofía Euthanatos. –Empezó Dís, no solía gustar de respuestas cortas- Es hora de que empiece tu guardia.

- ¿Mi guardia?

- Los Euthanatos somos los guardianes de la rueda, nuestra es la responsabilidad de que su flujo continúe, equilibrado e imperturbable, si la rueda se detiene, el mundo se destruye.

- Soy consciente de ello… pero… -La preocupación asomaba en la voz y los ojos de María – ¿No es muy pronto? Yo… yo no me siento capaz de… matar a… personas.

- Nunca se está preparado para matar a alguien, antes de hacerse deben tenerse en cuenta muchas cosas, en todo caso, tu labor por ahora no irá encaminada a ello. – Dís la tranquilizó- Soy un Caballero de Radamantis, soy un guerrero, y tu mi aprendiz, ello te coloca entre los Caballeros. Nosotros luchamos, contra la tecnocracia y contra los seres que amenazan a los durmientes.

- ¿Entonces no tendré que matar a personas? – Algo esperanzada.

- Nunca digas nunca, Morríghan, hay personas más monstruosas que los monstruos que crean- María no parecía muy contenta- Pero por ahora no tendrás que hacerlo.

- Y… ¿Cuál será mi deber?

- Nos queda poco tiempo, tú serás una maga guerrera, tal y como lo soy yo y mi maestro antes de mí, y el maestro de mi maestro… y así hasta los mismos inicios de los Caballeros. En apenas dos meses has avanzado lo que yo tardé años en conseguir y me temo que ni eso bastará.

- ¿Poco tiempo?

- En unas semanas lo entenderás, en todo caso, debes empezar a aprender a valerte por ti misma…

María puso cara de no gustarle lo que estaba oyendo.

- Nos iremos de cacería, mis contactos en la isla han indicado donde está el refugio de vampiros de la ciudad y han pagado generosamente mis servicios para que lo limpie.

- Más vampiros…

- Son una aberración para la rueda.

- Pero cobras por estos trabajos…

- De algo hay que vivir, una parte se va a las arcas de los Caballeros, mantener nuestra orden tiene sus costes, otra me la quedo yo para vivir y perfeccionar mi entrenamiento y equipo, otra parte será para ti, si me acompañas.

María asintió, poco convencida.

- Nuestro trabajo no es agradable y nunca, absolutamente nunca, te precipites a la hora de aceptar estos trabajos, cada acto tiene sus consecuencias y hay que valorarlas todas antes de tomar una decisión, los caballeros sólo combatimos por causas que son justas y sólo si los que nos contratan ponen tantos efectivos como nosotros.

- ¿No iremos solos?

- No.

- ¿Cuando…?

- Mañana, será tu primer entrenamiento realmente práctico.

- ¿Con quién…?

- Mañana les conocerás, Miles se quedará hablando con su líder mientras nosotros limpiamos con los otros dos el nido.

- ¿De día?

- De noche, de día sería difícil ocultar nuestras acciones.

María asintió de nuevo.

- Por la mañana trazaremos la estrategia, será el primer paso de tu entrenamiento.

- ¿No echaran en falta a su compañero?

- Seguramente - Dís sonrió y cada uno fue hasta su habitación, dispuestos a descansar las pocas horas que aún les restaban antes de que saliera el sol.

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