viernes, 3 de febrero de 2012

El puerto

El barco aminoró, acercándose a uno de los más hermosos puertos del mediterráneo y destino de Miles, Dís y Morríghan. Se trataba de un puerto natural de más de cinco kilómetros, durante siglos disputado por las potencias marítimas que ansiaban controlar el mediterráneo occidental.

Alrededor del puerto se alzaban las poblaciones de Maó y Es Castell, así como un polígono industrial y, en la zona norte, una base militar desde la que se dominaba una portentosa vista. La fortaleza de la Mola, antaño guardiana del puerto y ahora reducida a usos puramente turísticos, Miles la observó analítico, en silencio, viendo el trazado irregular de sus muros cubiertos aquí y allá de hierbajos descuidados. Dís, en cambio, pasaba su mirada por los distintos islotes de los que destacaba el islote de San Felipe, aun mostrando las orgullosas ruinas de la célebre fortaleza que había ocupado ése emplazamiento, por sus túneles se rumoreaba que se ocultaban algunas bestias de la noche y pese a todo muchos visitantes sentían fascinación por visitarlos, las otras islas también contenían restos del pasado militar de la ciudad y la isla.

El puerto, bello y majestuoso, se veía afectado por las mareas periódicamente causando contratiempos para las rutas marítimas, pero aquella noche no se daba la ocasión y su barco avanzaba lenta y perezosamente, María del Mar sonreía alegre mientras aspiraba el aire marino, se respiraba paz y armonía. La ciudad de Maó resplandecía por su blancura, conservando una belleza antigua.

Pero en Dís y Miles se advertía tensión, aunque fingieran desinterés al parecer se jugaban mucho en éste viaje, probablemente el futuro de los planes que estaban trazando pasaba por aquella ciudad y tendrían sólo aquella noche para prepararse, los magos residentes en la ciudad eran Coristas Celestiales, como la mayoría de los miembros de Harmonía, pero eran más aperturistas y no tan radicales como ellos, ahí radicaban todas sus esperanzas…

Cuando pusieron los pies en tierra fueron directos al hotel, donde tomaron tres habitaciones individuales y trataron de dejarse abrazar por Morpheo, salvo María del Mar que no tenía sueño y esperó en su habitación hasta que pasaron dos horas, confiando en que en aquél momento tanto Dís como Miles durmieran.

Se vistió y salió a pasear por las calles…

***

Elsa daba vueltas sin parar por la casa, casi enloquecida, no llevaba demasiado tiempo sola, atrapada entre esas paredes, pero no podía soportarlo, buscaba la forma de escapar y la frustrante imposibilidad de salir esta.

Luego se había dedicado a entrenar con la espada, había varios manuales de esgrima bellamente ilustrados con movimientos que desconocía, se trataba de un estilo completamente nuevo para ella y no comprendía el idioma en el que estaba escrito, así que tuvo que dedicarse durante horas a practicar cada una de las posturas y a buscar cada una de las transiciones.

Haxor estaba casi lista para el asedio, casi lista para la leyenda, trabajaba febrilmente y apenas cabía en sí de alegría, ahora había empezado a preparar todo lo necesario para que una vez cumplida, su hazaña fuera conocida por todos los adeptos virtuales, también era una tarea compleja ya que tenía que conseguir que fuera imposible rastrear todas las direcciones que iba a usar.

También se preparaba para cubrir sus huellas, en la fase final del asedio, todos sus ordenadores destruirían toda la información que contenían, no quedaría nada, la destrucción sería completa, cuando las patrullas tecnócratas asaltaran su desván solo verían una masa informe e irrecuperable de metal y plástico.

Pero la defensa más compleja era también la más dolorosa, era consciente de que iban a intentar capturarla viva y la verdad es que el suicidio no la atraía, sabía que si la cogían la someterían a torturas para las que no había adjetivos suficientemente intensos, pero no quería matarse, aquello la aterraba, la única alternativa era borrar toda su memoria, absolutamente toda, sin dejar copia alguna al alcance de la mano de los bastardos de negro.

Aquello significaría dejar de ser ella, pero quizás así la matarían rápido por no serles útil para nada, en el peor de los casos la usarían para experimentos y quién sabe qué cosas… pero al menos no sabría qué era lo que le esperaba, sería una tabula rasa.

Sentía una extraña calma mientras hacía aquello, paladeó la posibilidad de crearse una nueva personalidad, pero la desechó, se gustaba demasiado.

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