El castillo se erguía orgulloso a la ribera del lago y en parte dentro del propio lago, era de piedra gris y teja negra, con tejados muy inclinados, se dividía en dos edificios, separados por un portentoso patio, el edificio menor estaba construido en la entrada al castillo y de él partían las murallas, apenas dos pisos y buhardilla, la puerta estaba situada entre dos torres rechonchas y era de sólida madera claveteada, inmensa. Más allá del patio se alzaba el segundo edificio, que era propiamente el castillo, con cuatro pisos de altura y de sus esquinas surgían sendos torreones redondeados.
Era un conjunto muy cuidado, las fachadas limpias y la vegetación en torno a él esmeradamente escogida, Alanna no pudo dejar de admirar la mampostería de los muros… ni la sensación de amenaza que había tras ellos, no sabía cómo explicarlo pero sentía que ésa “amenaza” era nueva, era como si las piedras del castillo se hubieran sentido acogedoras y familiares hasta hacía poco y las estuvieran forzando a dejar de serlo.
R’uya había callado desde el mismo momento en que había visto el castillo en la distancia, dejando una historia a medias, algo que Alanna, pese al poco tiempo que hacía que la conocía, suponía que no debía pasar a menudo.
La parte complicada no era entrar en el castillo, pues iban a ofrecerse como artistas ambulantes para dar un recital ante el señor del castillo, algo que según R’uya era tradicional entre los de su estirpe ése tipo de comportamiento, le había explicado que era así como había llegado al castillo y la habían acogido como artista de la corte. El problema tampoco llegaría durante el recital, ya habían decidido qué canciones iban a cantar, varios romances tan populares como antiguos y durante el camino habían cantado juntas hasta coordinarse bien, formarían un dueto magnífico en cuanto tuvieran tiempo de ensayar.
Tampoco resultaría demasiado complicado esquivar las babosas manos de los redcaps del barón usurpador, una maga tiene muchos recursos y una Eshu aún más. Pero darles esquinazo abrir las puertas y dar la señal era otro cantar, aparentemente el cantar que máss atraía a R’uya, quién ya había insistido varias veces en que las aventuras en las que no hay un riesgo real de muerte no merecen la pena.
Efectivamente las primeras partes del plan fueron rápidas y simples, el Usurpador se aburría más de la cuenta al no tener bardos y aceptó encantado la llegada de dos de ellos, mas siendo ambas jóvenes hermosas y con voces claras y cristalinas.
El interior del castillo mostraba aún los restos de una cruenta batalla, ni siquiera habían limpiado las manchas de sangre, en la sala principal había una docena de esos llamados redcaps, seres sucios, malolientes, brutos y pendencieros con colmillos prominentes, el Usurpador era un Sidhe pálido, viejo, con larga melena de un blanco grisáceo, hermoso aunque desagradable… pero lo que fue más difícil de ignorar fue el Sidhe que colgaba de cadenas de hierro, suspendido un metro sobre el suelo y con pesos en los pies, era evidente que sufría un dolor indecible pero apretaba la mandíbula y no pronunciaba queja alguna, en su espalda había marcas de incontables latigazos y en el suelo, bajo sus pies, un pequeño charco con su sangre, R’uya tragó saliva, Alanna tuvo que contener sus impulsos de soltarlo.
Florian ap Scathath, héroe del vulgo sufría tortura y vejación como premio a su valor, los redcaps le arrojaban huesos y otros restos de comida y él permanecía silencioso, resistiendo estoicamente y en sus ojos solo se veía reflejada tristeza y compasión, ésa compasión que acompaña a los guerreros que confían plenamente en su victoria y que se saben castigo de sus enemigos.
Cantaron los romances que habían escogido, todos ellos hablaban de héroes que vencían a los villanos los cuales atormentaban al inocente pueblo y usurpaban aquello que por derecho pertenecía a otros. Creían que aquello enfurecería al usurpador, pero pareció complacerle. Por su parte, las canciones parecieron aliviar a Florian que las miró fijamente mientras cantaban y se relajó mostrando una sonrisa de depredador…
Solo decir que me he tomado la descripción del castillo con bastante libertad :P
ResponderEliminarPues a mi me mola. Sobre todo la parte en que torturan hadas. No es algo muy normal ver como se tortura una hada y menos si se supone que es de los buenos.
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