jueves, 3 de noviembre de 2011

Debilidades

Haxor tecleaba frenéticamente el teclado, siempre consideraba sus dedos demasiado lentos, no podía escribir a la misma velocidad que pensaba, era por eso que le gustaba sumergirse en la Telaraña, ahí no tenías que teclear el código, sólo pensarlo, y aun así, le gustaba ver el mundo real como un gran programa, con todas sus partes como patrones de información, tal y como decían algunos de sus colegas, sólo era necesario encontrar el lenguaje correcto y todo se podría programar y reprogramar, ése era el sueño de los adeptos, así pretendían reprogramar el mundo para que todos pudieran ascender y alcanzar la iluminación, pero a menudo los usuarios eran tan estúpidos que se hacía frustrante tratar de explicarles que realmente tenían el poder, ni siquiera las otras tradiciones comprendían esta verdad y habían rechazado ya hacía años la propuesta de la décima esfera que les propusieron los Adeptos, la esfera de la Información no fue considerada, algunos decían que no era más que una parte de la entropía, otros incluso se atrevieron a considerarla una parte de la esfera Cardinal… estúpidos.

Y ahora se hallaba allí, teniendo que procesar una cantidad de información tan ingente que sus ordenadores a duras penas podían soportarlo, Miles se había pasado al exigirle una respuesta en apenas unas horas, como si fuera tan fácil, teniendo que colarse en centenares de sistemas para reunir datos muy concretos, pero vagos.

“Sólo tú puedes hacerlo, Hax” le había dicho cómo si con ello fuera a sentirse mejor, ¡menuda cara tenía Miles al pedirle aquello!; tendría que haberlo enviado a la mierda tal y como había pensado hacer al principio, pero Miles había rematado la frase con un “¿o quizás no?”, aquello la enervaba, había picado como una colegiala ante un truco tan básico como el de poner en duda su capacidad, pero ahora ya era tarde para lamentarse, había aceptado la misión así que no le quedaba más remedio que conseguirlo. Si algún día quería ser Élite, tendría que ser capaz de hacer aquello, un Adepto siempre cumplía con su palabra, sin importar qué… pero estaba claro que su arrogancia la perdería “bueno… como a Miles, ése maldito hermético es tan arrogante o más que yo… quizás por ello nos llevemos bien, al menos él sabe responder, no como la mayoría que se quedan mirando con cara de idiotas” pensó.

Estuvo toda la tarde con ello pero al final había localizado el piso franco que los hombres de negro utilizaban como base en la ciudad, estaba bien escondido pero no sabían cubrir lo suficientemente bien sus huellas. Llamó a Miles:

- Jefe, ¡los tengo! Los muy bastardos se esconden en…

- El barrio del Escorxador, en la calle que hay detrás de la cruz roja. – Miles la interrumpió casi con naturalidad.

- ¿Pero como…?

- Estoy allí ahora mismo, estoy instalando un par de cámaras, te paso los enlaces por el móvil.

- ¿Me has hecho trabajar toda la tarde y ya sabías donde estaban? – La irritación de Hax se desbordaba a través de la línea.

- Quería confirmarlo, pero sólo se la calle, no el edificio.

- Ya podrías haberme dicho la calle, habría terminado mucho más rápido, cabrón.

Haxor enlazó las cámaras con sus ordenadores y pudo ver en cómo Miles se reía.

- Pones las cámaras como el culo, Miles. Están en el edificio que tienes enfrente, en el tercer piso, puerta B.

- Guíame, indícame donde las quieres.

La siguiente hora se dedicó a hacerle poner las cámaras en los lugares más complicados posibles sin perder con ello ni un punto de visión ni permitir ángulos muertos, también le hizo instalar un emisor-receptor y varios micrófonos, así como sensores térmicos; para cuando terminaron Miles jadeaba de cansancio, aunque no se quejó y tras cada indicación había sonreído malicioso, consciente de que Haxor se estaba vengando.

- Bueno, creo que no me han visto.

- No lo parece.

- Vuelvo para nuestra base, necesitamos saber cuántos son y sus rutinas, en ése piso puede que encontremos las respuestas que buscamos.

- Más te vale.

- Lástima que no me convenga intentar entrar…

- Ni lo intentes.

- Tranquila Hax, prefiero esperar un poco para poder patearlos a gusto.

- Te patearé yo si no vuelves YA.

- Voy, voy.

Haxor se estiró, sabía qué era lo siguiente, pasarse muchas horas frente a las pantallas vigilando, bastante aburrido a decir verdad, así que empezó a programar los parámetros a través de los cuales el propio ordenador lanzaría avisos, para no tener que estar todo el rato vigilando, tenía mejores cosas que hacer, como subir el rating de su grupo de Arenas.

***

Dís ayudó a María a levantarse y le dio un cuenco con agua de un sabor horrendo, María tuvo que correr hasta el baño y vomitó todo lo que había ingerido ése día, probablemente también algo del día anterior, iban pasando los minutos y las vividas sensaciones de su Agama se iban apaciguando, poco a poco volvía a sentirse la de siempre, torpe e ignorante, pero ahora sabía algunas cosas más. Volvió con Dís, que había apartado las cortinas y abierto los ventanales, el ambiente de la habitación era ahora mucho mas fresco y el aroma se iba diluyendo a medida que el aire se movía. Se sentó frente a su mentor, en el suelo y cruzando las piernas.

- Enhorabuena, Morríghan, ahora eres una Euthanatos, pero no te confíes, sólo acabas de empezar el camino, muchas serán las pruebas que te esperan, has escogido un camino difícil, pero cuando creas que no puedes más, recuerda lo que has vivido hoy.

- Sí, Maestro.

- A partir de ahora, llámame Acarya, por respeto a los orígenes de nuestra tradición usamos la terminología antigua, es importante.

María asintió.

- En adelante, eres oficialmente mi Shravaka, puesto que acabas de superar tu Agama , aunque sé que ahora mismo estas débil y cansada, hay algunas cosas que debo explicarte hoy, tras ello podrás ir a descansar o divertirte – María asintió de nuevo, en silencio. – Ahora que crees en la magia, Siddi según nuestro vocabulario, te daré una pequeña introducción, puede que ya nos hayas oído hablar del Avathar, pero sin duda no sabes qué es, entre los Euthanatos lo llamamos Atman, es el Yo sagrado o místico de nuestra alma, se distingue del alma en sí por ser el que vuelve a la rueda con nuestra muerte y es aquello que te permite manipular la realidad y realizar la magia manipulando los diferentes aspectos de la realidad. En otro momento te hablaré en profundidad de las características de este Yo sagrado y de los aspectos de la realidad.

María levanto las cejas, intentando asumir el torrente de información, Dís sonrió calmándola.

- No te preocupes, no hay prisa, pronto serás capaz de realizar magia de forma controlada y voluntaria, por ello hay varias cosas que debes saber, hay dos grandes tipos de magia: la magia coincidente, o magia verosímil, y la magia vulgar, o magia inverosímil, es importante distinguirlas porque la realidad se resiste a ser alterada y por tanto la magia inverosímil, la que genera efectos irreales, es a menudo contraproducente. La realidad genera una especie de fuerza cuando se resiste a ser cambiada a la que llamamos paradoja, es muy peligrosa, puesto que puede destruirte, provocar deformaciones, invocar seres que te castigarán o incluso expulsarte a realidades alternativas en las que puedes quedar atrapada por siempre.

María empezaba a asustarse.

- Todo poder tiene sus consecuencias, Morríghan… - continuó Dís – lo mejor será dejarlo por hoy, aún es temprano, descansa unas horas y luego sal para divertirte un rato, mañana a la misma hora te espero aquí.

María asintió, seguía sin decir nada, suspiró aliviada cuando le dio tiempo para descansar, tenía muchas vivencias que digerir todavía.

***

Miles por su parte no tardó mucho en volver, en apenas unos veinte minutos, al fin y al cabo aquello no quedaba muy lejos. Haxor había conseguido agotarlo, pero siempre había vigilado para que nadie le cogiera in fraganti, se jugaban algo más de lo que parecía en aquello. No habían informado a la capilla de sus intenciones, tampoco a Judith, que era como avisar a la capilla, si lo hubieran hecho lo habrían prohibido y sin posibilidad de discusión, Arjon odiaba tener que hablar de la Tecnocracia, mucho más aún considerar el asalto a uno de sus pisos francos, aun cuando ése asalto pudiera arrojar luz con respecto a la destrucción de las otras capillas y quizás incluso algo sobre los planes próximos de los hombres de negro. Cuando llegó, Haxor no había mejorado su humor, pero lo tenía todo a punto.

- No sé que haríamos sin ti, Hax.

- Estar muertos, sin duda. – Ladró Haxor provocando la risa de Miles.

- Todo sea por la causa.

- ¿Y cuál es la Causa, Miles? ¿La guerra de la ascensión o simple y pura venganza por tu parte? – para variar, Haxor no daba tregua.

- Estamos amorosos hoy, ¿eh? – Miles trató de suavizarla.

- No te desvíes del tema, quiero una respuesta. – Haxor no se suavizó.

- Deben pagar por lo que hicieron. – admitió no sin cierta resignación, estaba demasiado cansado para discutir.

- Lo sé, pero no por ello hay que precipitarse. Joder, desde que cayó Lux Triumphans pareces otro.

- Soy otro, soy Miles.

- Me gustaba más Hefesto, él al menos tenía capacidad de raciocinio y pensaba de forma estratégica, Miles sólo busca venganza y destrucción.

Miles torció el gesto, contrariado, pero Haxor tenía razón, desde la caída de LuxTriumphans, desde la muerte de su maestro y la humillante huida que había forzado Érato no era el mismo, él debería haberse quedado junto a sus camaradas caídos, luchando hasta el final, eso era ser un hermético… Érato le había arrebatado su honor con un solo hechizo, ahora solo vivía para la venganza, para limpiar su honor. Tampoco conseguía ser tan creativo como antes, estaba bloqueado y no creaba nuevos objetos, seguía teniendo la habilidad, seguía creando con la misma calidad… pero no innovaba, odiaba ese bloqueo creativo, era probablemente lo más frustrante de todo, antes vivía para crear y ahora solo para destruir.

- ¿Qué me ha pasado? – pensaba en voz alta, dolido.

- Que has enloquecido. – respondió Haxor, cortante.

- ¿Silencio?

- Si, Silencio, la Locura del Mago si lo prefieres. – Haxor entrecerró los ojos.

Miles se sumergió de nuevo en sus propios pensamientos, quizás ahora gozaba de un momento de lucidez y comprendió que realmente había enloquecido, sufría un periodo de Silencio de los que llaman Claridad, en los que un mago se obsesiona con algo abandonando todo lo demás, optó por repasar mentalmente todo lo que sabía sobre los Silencios.

El motivo parecía evidente, el trauma causado por los sucesos finales en Lux Triumphans, además durante ésa batalla había acumulado sobre sus espaldas mucha paradoja, como consecuencia de la magia vulgar que había realizado durante la batalla, cobraba sentido así su bloqueo, tenía que combatir contra estas obsesiones si quería salir del silencio y volver a su cordura, no era sencillo, en cualquier momento las obsesiones podían volver a cegarlo y a cebarse con su Psique.

Gracias a Haxor había dado el primer paso.

3 comentarios:

  1. Personages inquietantes, historias inquietantes. Me gusta. Con lo de Elite me reido un buen rato XD

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  2. ¡Oh dios! Los hombres de negro son mis vecinos dO..Ob

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  3. Señor de Miguel... Así que estamos en el mismo barrio, ¡hummmm! *inquietante movimiento de cejas*.

    ^^Ah! Interesante como siempre la entrada, Narrador. Vale mucho la pena leerte. :)

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