jueves, 15 de marzo de 2012

Preparativos


Desde que habían vuelto de Menorca no habían parado en ningún momento. Los preparativos para el asalto simultáneo de todas las capillas corruptas estaban en pleno auge. Dís se había mostrado bastante melancólico durante esos días, cada vez más a medida que pasaba el tiempo, pero también había intensificado el entrenamiento de María dejándola exhausta día tras día.

Miles había pasado mucho tiempo con Érato, ultimando la estrategia y los detalles, o al menos eso decían. María consideraba que probablemente dedicaban ese tiempo a otras actividades más lúdicas.

Haxor Ran seguía pasando la mayor parte del tiempo encerrada en sus habitaciones y  preparando su particular batalla contra la tecnocracia, especialmente necesarios tras confirmarse que la corrupción infernalista había alcanzado sus construcciones y ante la relación evidente entre las capillas y la propia tecnocracia. 

Los últimos días los habían dedicado al traslado de todo aquello que tenían en aquella casa a otra distinta. A María no le habían explicado el por qué, pero prefirió no preguntar, sabía que tarde o temprano se enteraría. Dejaron muy pocos muebles, a excepción de los que pertenecían a Haxor y que estaban ocupados por sus maquinas. Habían trasladado toda la biblioteca, el taller i el museo de reliquias. Mientras lo hacían Dís le había ido explicando a su pupila para que servían todas y cada una de las cosas que cargaban.

Se había marcado el día del duelo como el momento idóneo para el ataque, puesto que todos los Magos de la Capilla, en pleno, estarían reunidos. Aquella mañana, el día antes de que diera comienzo la ofensiva, los cuatro magos se habían reunido en torno a su prisionera tecnócrata:

-          ¿Qué vais a hacer conmigo? – Preguntó Elsa, visiblemente preocupada al verse rodeada por todos sus captores.

-          Como sabes, pronto iniciaremos un ataque contra los núcleos corruptos de las tradiciones. – Comenzó Miles, mientras Elsa asentía. – Hemos podido comprobar que tú te hallas libre de esa corrupción, pero no así tus compañeros.

-          ¿Qué haréis…?

-          No contamos con la fuerza suficiente para atacar a las capillas y a la vez las construcciones tecnócratas corruptas. – continuó Miles. – Pero te tenemos a ti.

-          ¿A mí?

Miles alzó varias carpetas repletas de papeles y un par de cuadernos, mostrándoselos a Elsa.

-          Aquí están copias completas de los informes que hemos realizado sobre el infernalismo y nuestras operaciones, debidamente encriptados para que parezca que realmente no queremos que tus compañeros los lean. – Le tendió algunos de los informes a Elsa. – Verás que hemos optado por un encriptado simplón, elaborado para que dé el pego y tus compañeros crean que han conseguido burlar nuestros secretos.

-          ¿Para qué me explicas todo esto? – Elsa entrecerró los ojos.

-          Cuando te liberen, te pedirán un informe, y se lo darás.

-          No voy a decir lo que vosotros queráis que diga. – Elsa alzó el mentón, mostrándose desafiante.

-          Ni lo pretendemos. – Sonrió Miles.

-          ¿Entonces?

-          Estos informes están perfectamente detallados y darán la información necesaria a tus compañeros, cuando te rescaten, para que purguen a los tecnócratas corruptos.

Elsa suspiró profundamente, llevaba muchos días sabiendo que ella acabaría purgada y ya se había resignado a ello.

-          Pero me temo que, para que tu inocencia al respecto sea más realista, vamos a tener que atarte y golpearte para que parezca que te hemos estado torturando para sacarte información.

Elsa abrió la boca sorprendida.

-          ¿Por eso trasladáis todas vuestras cosas?

-          Así es.

-          En cuanto a mí, me van a pillar, pero sólo porque les voy a dejar. – escupió Haxor. – Como pareces la única tecnócrata no corrupta de la isla, vamos a tener que atraer a la tecnocracia de la península. De eso me encargaré yo mientras bloqueo a los de aquí.

-          ¿Tu sola?

-          Me basto y me sobro. – sonrió salvaje Haxor – Además, cuando me encuentren, no obtendrán nada útil que pueda dañar a las tradiciones, por mucho que me torturen no sacarán nada.

-          Lo tenéis todo muy planeado… - Elsa hablaba dubitativa.

-          Yo me ocuparé de atarte y de lo demás, tampoco te daremos comida ni bebida en adelante – Comentó Dís con su habitual tono de voz aséptico. – Vas a tener que aguantar hasta mañana por la noche o pasado mañana por la mañana, según lo que los retrase Hax.

-          Está bien. – Elsa mostró una gran entereza, comprendiendo que era un mal necesario ya que, pese al trato que iba a recibir, le estaban salvando la vida.

-          Los informes estarán ocultos en la biblioteca, te agradecería que si obvies en tu informe el que hayamos trasladado todos los libros de verdad y demás posesiones a otro sitio. En su lugar hemos dejado basura New Age que contentará bastante a tus jefes. Favor por favor, nosotros te salvamos la vida y damos las claves a tu gente para que limpien a los suyos de corrupción y tu ignoras estos detallitos menores. – Miles miró significativamente a Elsa, quien asintió. – Por una vez, serán los vencidos los que dicten la historia.

Tras aquello, María prefirió salir de la habitación, pues no quería estar presente mientras Dís se encargaba de hacer creíble la coartada de Elsa. Se despidió de ella con un abrazo y deseándole suerte. En el mejor de los casos no volverían a verse nunca, pero lo más probable era que tras todo aquello fueran enemigas que iban a darse caza mutuamente. Aunque aquello sólo si sobrevivían las dos.

Se fue a casa para descansar y mentalizarse para el día siguiente, era consciente de que durante el ataque iba a morir gente y era algo que le costaba aceptar y de lo que no quería participar. Dís había sonreído cuando ella le había expuesto sus dudas y la había calmado al decirle que ella iba como apoyo, no como combatiente, los combatientes serían él, Miles y parte de los miembros de Libertas. Aun así, ella no quería formar parte de aquéllos asesinatos, se lo había dicho de esa manera a su maestro, pero él no había transigido y estaba obligada a acompañarles.

Después de cenar, cuando se tumbó en la cama, se vio invadida por premoniciones en las que todos morían y se desataba un gran mal sobre las islas. Achacó aquellas visiones apocalípticas a los miedos e inseguridades que la acosaban constantemente. Aquello no la ayudó a conciliar el sueño, el cual sólo llegó cuando el agotamiento la venció.

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